jueves, 27 de noviembre de 2008

Consumo y Felicidad.

Entre toda la vorágine de información sobre la crisis económica, hecho de menos un enfoque sobre la infelicidad de las personas como consecuencia de la crisis.


El capitalismo está fundamentado en tres patas, por un lado el capital buscando la maximización del beneficio, mediante la producción y venta de bienes y servicios, los trabajadores que obtienen rentas por su trabajo y los consumidores (que también son trabajadores) que buscan satisfacer sus necesidades. Este es el principio fundamental del capital, pero en la perversión de estos objetivos que lleva al capital a una expansión de la acumulación del beneficio, creando la ilusión de la felicidad mediante el consumo de bienes y servicios materiales.

Somos felices, cuando consumimos y una vez realizado el acto del consumo, volvemos a tener otra vez la necesidad de tener lo último para seguir siendo felices, es decir, se retroalimenta hasta el infinito.

Pero en estos momentos de destrucción de puestos de trabajo y de un alto endeudamiento de las familias en busca de la felicidad del consumo, las economias domésticas dedican fundamentalmente sus escasas rentas a la alimentación, la vivienda y al pago de deudas de una pasada felicidad.

Podemos deducir que la caída del consumo, crea infelicidad, destruye puestos de trabajo, hace bajar las rentas y por tanto más bajadas de consumo, y así la crisis y la infelicidad van a la par, tendremos que esperar a que el ahorro vuelva a reactivar la economía y volvamos a tener la ilusión de la felicidad.
Mientras tanto podemos hacer como Benjamin Frankin que decía "Cuida de los pequeños gastos; un pequeño agujero hunde un barco", o buscar la felicidad de otra manera.

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